Tras el seco verano castellano, es tiempo de vendimia en los campos de Madrid. Colores verdes, amarillos y ocres se funden en el sureste. Sobrevolamos Chinchón, Colmenar de Oreja, donde se realizan las labores propias de la estación como la cosecha de maíz o la limpieza de pastos. Cambiando de rumbo, entre Canencia y el puerto de la Morcuera, las manchas de colores son todavía más espectaculares. Es el momento perfecto para disfrutar de excursiones y de recolección de setas en las laderas del valle del Lozoya. El monasterio de El Paular, el embalse de Pinilla y en especial el hayedo de Montejo ofrecen todo el esplendor de sus paisajes en esta época. Rojos, ocres, verdes... la variedad cromática es realmente impresionante. Río abajo llegamos a la presa del Pontón de la Oliva, el primero que se construyó en Madrid, en tiempo de Isabel II. El Jarama nos conduce lentamente hasta Aranjuez, que en otoño también se viste de otoño. Al otro extremo sur, las aguas del Alberche llegan al embalse de San Juan, y álamos y chopos se convierten en vigías de la playa de Madrid, en Aldea del Fresno. Con la sierra de Gredos en el horizonte, volvemos hacia el norte remontando el río Cofio y entre pinos, encinas y robles llegamos a San Lorenzo de El Escorial y el bosque de La Herrería. Mientras, más arriba, en La Bola del Mundo, nos sorprenden las primeras nieves de la temporada, mientras los cementerios se pueblan de vivos que recuerdan a los muertes. El campo dormirá hasta la primavera y los colores de Madrid se irán apagando. Chinchón, Colmenar de Oreja, Canencia, Río Lozoya, Embalse de Riosequillo, El Paular, Hayedo de Montejo, La Acebeda, Río Jarama, Aranjuez, Río Tajo, El Alberche y Pantano de San Juan.