El siglo XVI estuvo marcado por los conquistadores, españoles o portugueses, que se encontraban entre los mejores soldados, exploradores y aventureros de la historia. Todos, después de haber conocido la gloria, fueron víctimas de una extraña maldición. Impulsados por los rumores de la existencia de una ciudad dorada, arriesgaron sus vidas por unos pocos puñados de oro.