La crítica y la nueva intelectualidad de izquierdas que trajo el gobierno socialista no tenía ganas de seguir subvencionando el humor chabacano y machista de aquellas películas, y además el público comenzó a notar el cansancio. Acabó el ciclo de Pajares y Esteso, y Andrés decidió elegir un camino diferente. Porque Pajares tenía ambiciones de ser un actor reconocido y de prestigio. Un actor con mayúsculas. Su gran rival, Alfredo Landa, el único que podía discutirles el trono de "españolito medio", acababa de ganar el premio al mejor actor en Cannes por los Santos inocentes, una película "seria", de verdad.