El inspector Frustalupi está desesperado y sin pistas. Tras dieciocho ataques a mujeres de la ciudad, el maníaco sigue suelto ante la impotencia de la policía. Tras un nuevo ataque durante una exhibición de productos de jardinería, cree haber encontrado un sospechoso: Loris, un ladrón de poca monta perseguido por su casero y maltratado por sus vecinos.